El amor es feliz cuando puede dar algo,
el ego es feliz cuando puede quitar algo.
Osho.
El ego es la parte más obscura que vive en nosotros, es el aliado que muchas veces se une al miedo, se ata culpando al pasado y se engancha a la incertidumbre de un futuro ilusorio. Déjame decirte que no es el malo de la historia, al contrario, gracias a su existencia nos reconocemos como únicos e irrepetibles en este planeta.
El ego cumple una función muy importante, gracias a él decidimos venir a esta experiencia terrenal, por lo mismo, hace todo lo posible por defender nuestra vulnerabilidad porque se siente tan solo en este universo que prefiere vivir compitiendo, comparándose y separándose de todo.
Yo veo al ego como ese niño caprichoso que necesita ser atendido todo el tiempo, porque nos quiere prevenir de algún peligro inexistente; necesita evitarnos dolor innecesario, nos prepara para empoderarnos y atacar antes de que seamos atacados. El riesgo no está en escucharlo sino en hacerle caso.
Tenemos la mala costumbre de rechazarlo, evadirlo y evitarlo, porque lo que verdaderamente somos es lo que más negamos; debemos integrarlo, apapacharlo, entenderlo y aceptarlo, porque al final, es parte de ti y gracias a él, estás aquí.
El objetivo es que te des cuenta del momento en que está atendiendo tu cabeza y se pone al servicio del miedo diciéndote: “no vas a poder”, “mejor ni lo intentes”, “ya para que”, “seguramente está en contra tuya”, “jamás llegarás a ser”, “es tu culpa”, “es que si hubieras”, “esa persona es tóxica”, “tú eres mejor, gánale”; “así estamos bien”; esa es la manera en la que siente que te abraza y te protege para no sentirse atrás porque prefiere ir adelante.
Cuando te platiqué del ser, te comenté que es la parte más hermosa que tenemos, esa conciencia que se conecta con todo y ve el amor como la solución perfecta; el ego es lo contrario: separa, juzga, excluye bajo la idea de que es mejor tener lejos a los demás porque nos hacen daño y a veces prefiere ver al odio como la solución de todo.
Quizá te preguntes: ¿Entonces por qué existe? La respuesta es sencilla, en el mundo debe de haber un equilibrio, así como el día y la noche, lo masculino y lo femenino, el frío y el calor, el amor y el odio, la luz y la obscuridad, entonces… el ser y el ego, nuestro yin y nuestro yang es esa dualidad de sabernos seres y a la vez terrenales para así llegar al equilibrio humano-espiritual.
Al igual que las emociones, no es mejor elegir el ego o el ser, cada uno nos traerá experiencias distintas; si elegimos a nuestro ser siempre habrá fortaleza, amor y certeza; si vamos de la mano del ego siempre habrá inseguridad disfrazada de soberbia; miedo disfrazado de ataque e indiferencia; habrá barreras disfrazadas de enojo y carencia disfrazada de egoísmo.
Para mí, es importante que entiendas que el ego no es el villano de tu historia, sólo está asustado porque su misión es cuidarte y elige el juicio para distinguir qué le gusta y qué no; qué es bueno y qué es malo; mientras que el ser sólo ve la experiencia y el aprendizaje y los usa como excusa para crecer.
El ego es la sombra que es parte de ti y que no necesita ser negada porque te acompañará todos los días; sólo date la oportunidad de aceptarlo y comprende que como ser dual que eres, tu misión es integrarlo, no para que te haga daño sino para hacerte ver que tu existencia es esencial y que gracias a ti se puede generar un nuevo cambio.
Con toda gratitud,
Shary ChavLó.
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