La mayoría hemos crecido con historias de abuelos que estuvieron juntos toda su vida, debido a que las relaciones comenzaban en su adolescencia y muy jóvenes se casaban; claro está, que la función de los hombres y las mujeres era otra más apegada a un sistema arcaico, y por supuesto, pensar en algo como un divorcio era como faltar a las normas más estrictas porque se supone que el pacto sería “hasta que la muerte nos separe” y es por eso que era más importante quedarse en esa estructura social que dejar de pertenecer a ella, ante esto me pregunto: ¿qué pasaba con el amor, era más duradero?

Hace poco te comenté que estamos en una sociedad que nos hace creer pero poco nos hace pensar; pensar que somos nosotros quienes debemos formar nuestros propios conceptos para vivir; a su vez esa sociedad no nos guía a sentir esas emociones que nos generan las situaciones que vivimos. Esa sociedad de la que te hablo es de la que tú, yo y todos somos parte, una en la que de forma inconsciente continuamos participando y siguiendo creencias que nos alejan de nuestra propia verdad.

Lo que quiero decir con esto es que desde niños fuimos educados bajo un sistema de creencias que nos prohibía decir que no, teníamos que callarnos y no expresarnos por lo que podían decir o pensar los demás, no enojarnos porque quién se enojaba perdía, no llorar porque los niños y las niñas grandes no lloran; todas esas limitantes con las que crecimos nos condicionaron a no responsabilizarnos de nuestras propias emociones y tampoco nos ayudaron a comprenderlas, por eso en nuestra vida adulta y en nuestras relaciones generamos situaciones que constantemente nos confrontan y eso hace que vivamos en conflicto constante sin saber como afrontarlo.

Amar no es mirarse el uno al otro;
es mirar juntos en la misma dirección.

Antoine de Saint- Expéry.

Te he hablado de las relaciones y te he comentado que las personas con las que convivimos forman parte del espejo que utilizamos para mirarnos y así, conocernos a nosotros mismos.

¿Qué pasa cuando hay conflictos con nuestra pareja? Cuando estamos ante un conflicto de pareja nos enfrentamos a algo que yo llamo una situación de: “no aceptación”, eso significa que no estamos aceptando la situación tal cual es porque necesitamos posicionarnos en querer ganar una discusión en la que no tenemos la razón pero tampoco estamos equivocados porque tus pensamientos, emociones y creencias no son las mismas que aquel que te confronta, simplemente estás en el estado de conciencia desde el cual decides accionar, así mismo, nos enfrentamos a una no aceptación de nuestras emociones y si no aceptamos cómo nos sentimos ante lo que estamos experimentando, mucho menos aceptaremos cómo se siente el otro y eso nos aleja de la empatía, porque en lugar de reconciliarnos con eso que sentimos, nos peleamos con ello y por ende, lo hacemos con los demás.

Si te has dado cuenta, siempre hablo de la importancia de la aceptación, porque aceptar significa rendirse a que las cosas son como son, eso no significa perder, significa entender que ni tú ni la otra persona pueden controlar la situación que está fuera de sus manos, y a esto me refiero; la otra persona no puede ni debe hacerse cargo de las emociones que son sólo tuyas, lo único que le corresponde es entender y aceptar las consecuencias de sus propias causas.

Quiero que comprendas que siempre habrá conflictos en nuestras relaciones, pero los demás no son el motivo de nuestros malestares ni mucho menos los culpables de nuestras experiencias, somos nosotros en relación a ellos y todos esos conflictos son los peldaños de las escaleras que nos llevan a crecer como personas y por ende, como pareja.

Sabes que soy insistente en hablarte del amor, porque para mí, el amor es la resonancia más importante de la que los seres humanos disponemos, y el hecho de que existan conflictos constantes con tu pareja, no significa que el amor se acaba, eso es imposible, porque el amor es una energía infinita que se elige para compartir, la verdadera razón es que tú has decidido dejar de tener la voluntad de compartirlo con el otro, así que dejemos de meter al amor como el arma letal capaz de sobornar, chantajear, justificar, manipular o cambiar para salvar o terminar la relación, porque eso dista mucho del verdadero amor.

Si eres de las personas que vive en constante conflicto con la persona que eligió como compañer@, antes de juzgar y calificar a esa persona pregúntate: ¿cómo me estoy relacionando conmigo mism@ en está situación?, ¿por qué está situación me confronta tanto?, ¿qué me quiere decir y enseñar? Porque en esas respuestas que des, de esa manera te estás relacionando contigo y por supuesto con el otro porque recuerda que el otro es como tú y ambos se muestran lo que hay que sanar en ustedes mismos y si lo has elegido hasta ahora es porque esa persona continúa en esa misma resonancia que la tuya, entonces ¿quién es el del conflicto, tú, él/ella o los dos? Por favor recuerda que los demás no son quienes nos lastiman ni nos hacen sufrir, somos nosotros que utilizamos a los otros para lastimarnos para que por fin trabajemos y sanemos esos patrones malsanos que hasta hoy nos tienen esclavizados.

Haz el intento de permitirte sentir cada situación tal como es, comprendiendo contigo mism@ por qué surgen esas emociones en ti; olvídate de arrastrar esas memorias pasadas porque entonces no estás viviendo una relación presente, sino una acumulación de recuerdos que regresan con el objetivo de que los dejes ir y comiences a resolver lo que sí hay, porque si ustedes deciden estar juntos, separados o vivir en conflicto constante, eso es una decisión que ambos están eligiendo.

Siempre ten presente que ese conflicto dejará de ser un problema hasta que tú le quites toda la atención y comprendas que nunca ha habido una complicación, y ahí, la solución vendrá por sí sola porque comprenderás que el otro es como quiere y decide ser, y tú, no puedes ni debes cambiarl@ porque él/ella así como tú, tiene sus propios procesos y ambos han decidido mirarse, aceptarse y amarse así, y de esa forma acompañarse para que juntos logren construir una relación más madura.

Acéptate y ámate,
Shary ChavLó