Dicen que una vida sin dolor, no se le llamaría vida; yo creo que el dolor es algo que nos encarcela, nos calla y aniquila, que con el tiempo, sólo se transforma en emociones negativas.
Para mí, el dolor es como un golpe que nos tira y es un reto ponernos de pie para hacerle frente a la vida; hay momentos en que es tan intenso que se encarna en nuestro ser, se vuelve nuestra respiración, nuestros sentidos, nuestra visión… y así vamos viajando con esa maleta llena de espinas.
Para mí, el dolor viene de esas heridas que se quedan abiertas y que olvidamos cerrar, pero lo entiendo, porque a veces son tantas, que preferimos dejarlas ahí aunque marquen la esencia de lo que parece una vida vacía, y vamos abandonándolas porque hasta ahora nos ha funcionado sobrevivir así.
Hace tiempo terminé una relación que le dediqué todo de mi, mi tiempo, mi espacio, mis sentimientos, mis pensamientos, hasta que un día se rompió la magia, la unión y la confianza y ¿sabes algo? no me costó reconocer que se había terminado, pero aceptarlo ¡uf! me dolió hasta los huesos y me ocasionó muchas lágrimas terminar con ese sentimiento que yo decidí volver el peor de mis sufrimientos.
El dolor destroza al ego y hace crecer el alma
Alejandro Jodorowsky.
¡Vaya que es cierto! porque para mí, el dolor es un recordatorio que la vida nos envía para decirnos que es hora de avanzar y desprenderse, porque si el dolor no existiera no habría aprendizaje alguno y por ende el crecimiento sería nulo.
¿Recuerdas que hace poco te platiqué del odio? ¿Qué yo lo veía como un vaso de agua al que le vamos vaciando tinta negra? El dolor es similar, apaga tus días, parece que vivimos en una noche eterna y la luz del mañana decide no llegar; y así decidimos estar, convirtiéndolo en un dolor tan arraigado, tan nuestro, que preferimos no soltarlo y por consecuencia, no dejamos llegar los regalos que la vida nos tiene preparados.
Pareciera que el dolor nos persigue días, años, vidas, pero en realidad somos nosotros quienes lo seguimos a él y nos cuesta regalárselo al tiempo; a veces sientes que ahoga, atormenta y que incluso mata. Nadie dijo que era fácil dejarlo, lo sé, la ventaja es que nosotros tenemos el termómetro y determinamos qué tan difícil queremos que sea.
Claro que es posible sanar ese dolor para que ya no se sienta más, la respuesta radica en aceptar que está ahí y que se ha hecho parte de ti, y así, comenzarás a cambiarlo, sólo date permiso de sentirlo y deja que se marche sin que te deje recuerdo, pues para mí, el dolor no se cura si no se siente.
Ten presente que el dolor es parte de la vida y que todas esas cicatrices sólo son las marcas de un pasado que representa el ayer y como tal, ya no existe, lo importante es que te permitas sanarlo. Recuerda también, que siempre habrá situaciones, personas, experiencias que nos lastimen hasta fracturarnos y el dolor vendrá implícito en cada una de ellas; por esto y más, me atrevo a decirte que ya no permitas que ese dolor que llevas sea directamente proporcional al amor que te niegas. Al aceptar esto, entonces sí, vendrá la mejor versión de ti.
Mis bendiciones,
Shary ChavLó.
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