En el ser humano existen 5 heridas que a lo largo de nuestra vida vamos desarrollando, capaces de marcar y cubrir a nuestro verdadero yo.
Hace tiempo tuve la primera experiencia de vivir con alguien y puedo decirte que fue el error más grande y también el mejor de mis aciertos; todo comenzó con discusiones provocadas por comunicación poco asertiva de mi parte y él como mi contraparte, a medida que pasaba el tiempo, decidía culparme de la situación; evadía encontrarse conmigo, y yo de forma insistente buscaba hablar y encontrarme con él y al final, lo único que lograba era desencontrarme a su lado. Vivía pensando ¿por qué de la situación? Y así, pasaron 8 meses sin entender su evasión hacia mí, y permití que la situación me apagara…
Hasta que un día, decidí pedir ayuda porque la situación carcomía mi estado de ánimo y de manera mágica llegó un libro a mis manos llamado “Las cinco heridas que impiden ser uno mismo” de Lise Bourbeau.
El libro explica que los seres humanos tenemos heridas desde el momento de la gestación y a lo largo de nuestra vida vamos desarrollando otras en las diferentes situaciones que experimentamos y para defenderlas, utilizamos máscaras que operan por nosotros para enfrentar el día a día. Estas heridas son:
La herida del rechazo –Con máscara de huidizo.
La herida de abandono – Con máscara de dependencia.
La herida de humillación – Con máscara de masoquista (emocional/ mental).
La herida de traición – Con máscara de controlador.
La herida de injusticia – Con máscara de rígido.
Las personas que tienen herida de rechazo, se sienten rechazados por el entorno y buscan huir para que de esa manera el mundo externo no los excluya y la soledad se vuelve su fuerte porque así, sienten que nadie los ve. Las personas con heridas de abandono, son personas dependientes y eligen el papel de víctima para evitar algún grado de responsabilidad en su vida y su mayor miedo es la soledad. Las personas con herida de humillación son personas que les gusta que pasen encima de ellas, sintiéndose los responsables de todo y siempre sentirán vergüenza de sí mismos. Las personas con heridas de traición utilizan la máscara de controlador y buscarán tener todo bajo su control porque nadie tiene la razón más que ellos, por lo mismo, son tremendamente desconfiados. La herida de injusticia utiliza la máscara del rígido, esto quiere decir que son personas sumamente injustas consigo mismas y buscan la perfección en todo, y su mayor temor, es equivocarse.
No es lo que vives lo que te hace sufrir
sino la interpretación de lo que vives
lo que hace que tu herida no sane.
Lise Bourbeau.
Cuando descubrí esto, por fin entendí que era una controladora nata con una herida de rechazo profunda, viviendo con una persona con la misma herida, adhiriéndose una obscura herida de abandono en él, entendí por qué se victimizaba tanto y me echaba la culpa de lo que sucedía; de esa manera comencé con mi proceso de entendimiento, aceptación y perdón hacia mí y por supuesto hacia él, a pesar de que nunca aprobé las acciones que él había decidido tener, por fin pude dejarlo ir, perdonando mi relación con él y usándola como la mejor de mis maestras y a pesar de que la relación terminó, decidí que esa situación me transformaría para ser la persona que estaba destinada a ser.
Si tienes la oportunidad de leer ese libro, hazlo; cuando lo hagas por favor mírate y entiende quién eres sin juzgarte, solamente ámate y acéptate, porque gracias a esas máscaras has sabido enfrentar al mundo y así, te darás cuenta de las armas de los demás para vivir .
Siempre recuerda que todos en esta vida tenemos heridas que nos han dolido y en algunos aún permanecen abiertas, así que te pido, que comiences a mirar con la compasión infinita que hay en ti, para verte a ti mismo y a los demás a través de ella.
Las heridas del alma nunca se van porque son cicatrices que con el paso de los años nos han marcado, sin embargo, en el momento en que decidimos ser observadores de ellas sólo sabremos que están ahí; comenzaremos a entrar en nuestra propia conciencia y entenderemos que ellas no operan por nosotros, y que hoy, sólo representan un sello más en nuestra historia.
Te abrazo,
Shary ChavLó.
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