La tierra tiene miles de años de existencia; por ella han pasado personas que formaron sociedades, estas sociedades lograron generaciones; y éstas a su vez construyeron lo que ahora llamamos mundo.

Cuando inicié mi carrera como bio-descodificadora de árboles genealógicos comencé a indagar todo sobre mis ancestros; hacer esa investigación con mis padres hizo que cambiara el sentido de todo; escuchar su historia me hizo comprender por qué pienso como pienso, por qué siento como lo hago y por qué actúo de cierta manera.

Observar a nuestros padres representa tomar consciencia de cómo ha sido el mundo y cómo se ha vuelto ahora; la realidad es que hay más de lo mismo porque continuamos en una sociedad que replica patrones; la diferencia está en el tiempo y espacio generacional.

Cuando mi madre me ha contado de su madre, me ha dicho que la conoció muy poco porque ella estaba más pendiente del hogar y de criar a sus 8 hijos; y su padre fue un hombre ausente porque desaparecía por días para irse a beber alcohol.

En cuanto a mi padre, él no recuerda ningún tipo de relación con su madre debido a la constante confrontación que sentía hacia ella; su padre por otro lado, fue un hombre pendiente de su familia que trabajaba mucho para mantenerla.  

Mis árboles genealógicos provienen de una clase media trabajadora, pero muy condicionada a trabajar para poder comer, sobrevivir y salir adelante; pero nunca se mencionaba el éxito como una posibilidad, la abundancia como naturaleza, el amor propio como una realidad, la confianza para seguir sueños. Eso representó quedarse en un sistema en donde ellos, sólo eran hijos y tenían que cumplir con su deber de ir a la escuela para un día trabajar igual de duro que su padre o quedarse en casa como les enseñó su madre.   

«Solamente el individuo que no se encuentra atrapado
en la sociedad, puede influir en ella de manera fundamental.»

Jiddu Krishnumarti

Llevamos miles de generaciones anclad@s en ese mismo sistema, el cual está educado con la memoria del “miedo a no existir” que ha llevado al ser humano a buscar armas que están basadas en la competencia de cómo ser mejor para que el otro no tenga más que yo; en donde el otro está equivocado en relación con mis creencias y por eso prefiero atacarl@; en donde el otro es el/la culpable de cómo me siento; en donde el/la otr@ es responsable de mi felicidad porque todo en esta vida cuesta, porque  no hay lugar para los sueños, sueños que ni siquiera me atrevo a buscar; todo ello está relacionado con nuestro miedo a la inexistencia porque si nosotros creyéramos en nosotr@s mism@s, resonaríamos con la libertad de ser y nos desapegaríamos completamente del miedo, pero para el inconsciente sistémico al que estamos inevitablemente unidos, representa no ser reconocidos por ser diferentes a lo ya conocido y experimentado.

  • Funcionamos en una sociedad que aparenta ser perfecta porque se hace creer a sí misma que lo es; esto porque durante generaciones le ha funcionado manipular nuestra libertad para que conservemos creencias concebidas por personas que tampoco lograban sentirse libres.
  • Funcionamos en una sociedad que nos mantiene en el apego, porque entre más dependientes seamos, nos volvemos mejores consumidores; por eso nos premian con etiquetas de “cliente distinguido” para hacernos creer que somos mejores, cuando en realidad eso nos vuelve esclavos de su condición.
  • Funcionamos en una sociedad que nos vende corazones un día al año para celebrar algo muy difícil de lograr, que es tener amor de alguien más; porque si nos hicieran apreciar nuestro amor propio, el cual existe todos los días; ya no tendría sentido consumir algo que por sí mismo se experimenta.
  • Funcionamos en una sociedad que inconscientemente nos victimiza para que nunca nos hagamos cargo de nuestras propias causas; eso nos impide cambiar para mantenernos en una hipnosis colectiva que reta nuestra dualidad y pone en duda la noción de unidad.
  • Funcionamos en una sociedad que necesita que creas en un tal Dios que te castiga, te condiciona y te condena para que sigas dando dinero y así, logres comprarte un cachito de cielo; porque “los pecadores como tú y como yo, necesitamos el perdón a través del arrepentimiento”; cuando en realidad el verdadero Dios no quiere fieles, busca creyentes.
  • Funcionamos en una sociedad que sigue obligando a los niños a aprenderse una Historia que sucedió hace más de 100 años para sentirse mejores patriotas y de esa forma el sistema gobernante obtenga más seguidores que le crean, esto con tal de ganar poder sobre nosotros, haciéndonos creer que vivimos en democracia.

Hemos funcionado hasta ahora porque sentir que cumplimos con las normas que nos marca el sistema nos hace creer que tenemos todo bajo control, y recuerda que el control es una estrategia de nuestro ego que nos hace pensar que tenemos el poder sobre todo; poder que no debemos perder porque es muy importanteganarle a todos.  

Seguimos funcionando en una sociedad disfuncional porque todo lo que nos vende, dice y argumenta es sólo una ilusión momentánea, razón por la cual a ese sistema condicionante no le beneficia que tu estés presente, sino que vivas sometido al pasado para que anheles desesperadamente el futuro que te ofrece y así, no tengas más remedio que tomarlo. Entre más dormidos estemos más seguiremos enamorados de un sistema que nos aleje de nosotros; la clave está en recordar que el camino para llegar a ser un@ mism@, es romper con todo lo que nos han dicho que somos.

Trabaja en ti, Shary ChavLó