Dicen que una de las mejores etapas en la vida de un ser humano es cuando fuimos niños porque no existían conflictos por resolver y nos resultaba más fácil conectar con el presente, sin un pasado qué recordar y ningún futuro qué planear.

Siempre he creído que la etapa fundamental para un estable desarrollo psico-emocional es la infancia. No sólo porque comenzamos a entender el mundo sino porque nuestros sueños siguen despiertos, los cuales, son las razones por las que vinimos al mundo; sin embargo, a medida que vamos creciendo, esos anhelos van desapareciendo porque debemos entrar en el mundo adulto, un lugar en donde ese niño ya no puede existir más.

Hace muchos años llegó a mi vida una de mis más grandes amigas, tuve la fortuna de encontrarla a muy temprana edad y he podido ser testigo de su inspiradora historia de vida; ella es parte de una familia de 6 integrantes y es la mayor de 4 hermanos; desde los 5 años se vio obligada a convertirse en adulta porque debía proteger a mamá de la violencia doméstica que habitaba en su casa; se sentía la responsable de sus 4 hermanos y creía debía ser la mediadora entre las peleas de sus padres. Cuando acudíamos juntas al colegio era de las niñas más brillantes de clase, mi mente pensaba lo orgullosos que debían de estar sus padres por esas calificaciones basadas en la excelencia, sin embargo, un día me contó que esos resultados eran una obligación que ella debía de cumplir, porque de esa forma evitaba que las manos de sus progenitores aterrizaran en su cuerpo como recordatorio de la niña que ella debía de ser; además de que su madre la eligió como el bote de basura para que pudiera desahogar los conceptos hirientes que tenía sobre el hombre que eligió como su padre y cuando llegaba la noche, la preocupación de mi amiga incrementaba cuando mamá entraba al mismo cuarto que papá y eso la hacía temer por su vida. Cuando se enteró que su padre tenía otra familia terminó por destrozarla porque como buena niña, veía a sus padres como los héroes de su historia, una ilusión que por supuesto se fracturó gracias a la interminable violencia en la que se desarrolló.

Cuando creció y comenzó con esa vida adulta que ya conocía, las relaciones que llegaban a su vida estaban inspiradas por la historia que ella había vivido de niña; comenzó a refugiarse en el alcohol y en las drogas, mismas que le ayudaban a sacar toda esa historia que sus padres depositaron irresponsablemente en su conciencia; desde ese momento, empezó a crear sus propias experiencias a través de la agresión y la violencia porque esa fue la única herramienta que conoció y decidió construir su vida a partir ella: ¿dónde crees que quedó su niña interior? Posiblemente quedó estancada en la tristeza que protegió con el enojo, quizá se quedó viviendo en la injusticia o en el llanto reprimido que prefirió callar para que no le doliera más, probablemente quedó encerrada en las heridas que sus padres provocaron, y que hoy, sigue intentando cerrar, posiblemente quedó congelada en los golpes que papá o mamá le daban como justificación de una mejor enseñanza, o quizá, quedó estancada en el abandono de su padre y la ausencia de su madre; una niña que quedó tan dolida y asustada que prefirió esconderse para que nadie la viera, y así, dejaran de abusar de ella; una niña que nunca pudo crecer porque se quedó en la infancia que decidió congelar para que ya no la hirieran, ¿y tú, donde crees que tu niñ@ interior está?

Debemos escuchar al niño que fuimos un día y que existe
dentro de nosotros. Ese niño entiende de instantes mágicos.

Paulo Cohelo.

Aunque creamos que los niños no tienen una conciencia, cuentan con la conexión más grande que los adultos perdemos, esa conexión con nuestras aptitudes y dones que olvidamos a medida que vamos creciendo, esos talentos natos que son apagados porque nuestros padres posiblemente no supieron qué hacer con ellos, esto ocasionó, que en lugar de alimentarlos nos olvidáramos de ellos; pero son justamente nuestras aptitudes, las herramientas que trajimos al mundo para accionar a partir de ellas. Sin embargo, estamos involucrados en un sistema en el que es imposible vivir de sueños porque es más importante vivir por dinero.  

Recuerda que nuestro niño interior es la clave fundamental que nos permitirá convertirnos en adultos emocionales porque una de sus misiones es regresarnos al amor que es, aquel que se vive y se siente sin juicio; pero cuando le impedimos hablar, inconscientemente nos convertimos de nuevo en esa madre o ese padre juicioso que no le permite expresarse, porque tanto tú como yo, somos los responsables de nuestro propio hijo, aquel o aquella que vive en nosotros y que en lugar de ayudarle a desaprender esas patologías carentes, le seguimos enseñando bajo el mismo sistema aprendido, el cual está lleno de inconsistencias; así que por favor, escúchale y atiende a todo lo que te diga porque sólo él o ella te llevará al lugar en donde realmente crecerás.

Esta mujer de quien te hablé, decidió trabajar en ella misma y eligió deshacerse de esos patrones y esas palabras que por amor incondicional recogió para guardarlas; es una mujer que sigue en su propio encuentro y a pesar de que hay recuerdos que aún le duelen sigue trabajando en ellos para por fin trascenderlos. Muchas veces se preguntó: ¿por qué elegí a estos padres y qué vinieron a enseñarme? Hoy sabe que los eligió para que le enseñaran una magnífica lección que era amarse a sí misma a través del perdón porque ha comprendido que quienes la trajeron al mundo comparten la misma historia transgresora que ella vivió, entiende que fue educada por dos niños heridos con cara de adultos y eso, la ha llevado a respetar que sus padres decidieron aprender de esa manera y que lo más amoroso que puede hacer por ellos es dejar que así crezcan, pero hoy, como buena guerrera, ha elegido vaciarse para aprender a través de otro sistema, uno que la está convirtiendo en el más inspirador y excepcional ser humano.

Honro a tu niñ@ interior,
Shary ChavLó