Uno de los más grandes desafíos que tenemos como seres humanos es interactuar con las relaciones humanas, venimos al mundo a desarrollarnos a través de ellas y a experimentarlas con nuestros padres, hermanos, familia, amigos, pareja, trabajo y por supuesto, con nosotros mismos.
Para mí, las relaciones humanas vienen a enseñarnos la parte más obscura y más luminosa que radica en cada uno de nosotros; el desafío comienza cuando las convertimos en círculos viciosos y entramos en conflicto constante con los demás y se vuelve una lucha de poderes que se transforma interminable.
¿Tienes miedo del otro?
Es tu espejo.
Alejandro Jodorowsky
En muchas ocasiones, las relaciones vienen a sacar lo peor de nosotros porque son un reflejo de lo que no vemos y negamos de nosotros mismos, quiero que sepas que no lo hacen para dejarnos inmóviles de manera permanente sino que nos enseñan a levantarnos, perdonarnos, aceptarnos y amarnos.
Muchos hemos pasado por relaciones tormentosas, situaciones que nos retan constantemente y algunas veces hacen que perdamos el control de nuestra vida y de manera inconsciente regalamos a otros nuestro poder personal y esto hace, que se vuelva imposible generar un cambio que resulte en el más alto bien de los involucrados.
Para mí, existen dos tipos de relaciones:
Las relaciones amorosas: Son las relaciones que sacan lo mejor de nosotros, nos inspiran, nos conmueven, nos motivan y siempre nos contribuyen.
Las relaciones adictivas: Son las relaciones con las que vivimos en crisis todo el tiempo, no existe el bienestar y nos llevan a un engañoso status de “amor – odio” y terminan volviéndose tormentosas y destructivas.
Quiero que comprendas que todas las relaciones son grandes maestras y están en nuestra vida para darnos una enseñanza específica, independientemente de cuáles elijamos, están destinadas a construirnos y llevarnos a los diferentes procesos de evolución que nos corresponden.
Hace poco te platiqué del amor propio y que lo definía como el amor más puro, compasivo e integrador del que dispone el ser humano; comenté, que el amor propio requería vernos y aceptarnos tal cual somos y es justo a través de las relaciones, que venimos a comprobarlo. Además, nos ayuda a conocer el perdón y poder trascender a través de él, nos permite reconocer el amor hacia otros, y así, comenzamos a entrar en estados de conciencia mucho más elevados que nos ayudan a ver las cosas de una forma más clara y objetiva.
Una de las grandes enseñanzas que nos dejan las relaciones, es cuando nos rompen y nos permitimos vivir el duelo correspondiente; comenzamos a transformar a pesar del dolor tan grande que nos generan, nos dirigen al verdadero crecimiento, es algo que yo llamo: “a mayor dolor, surge la mejor creación”. Te pongo un ejemplo: Una pareja que rompe después de muchos años de relación. Su separación implica que de forma individual y consciente buscan construirse; empiezan cambiándose de imagen, remodelando su casa, regalándose cosas, divirtiéndose y permitiéndose espacios individuales que desde hace tiempo habían olvidado, ¿por qué sucede esto? Es simple, las relaciones nos regresan a quienes realmente somos.
Velo de esta manera, las relaciones son la base para la evolución humana y estamos destinados a experimentarlas, porque gracias a ellas, hoy está en ti una mejor versión de lo que fuiste y a medida que esa transformación va llegando por ley de atracción tus relaciones se van modificando, sólo disponte a soltarlas porque recuerda, que nadie ni nada nos pertenece, lo que tenga que irse se irá sin preguntarle al tiempo, y a pesar de eso que hoy sientes, en algún momento te darás cuenta que te dejó con el mejor de los regalos… tú mismo.
Estoy contigo.
Shary ChavLó ∞
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