Yo creo que todos hemos experimentado aquella falta de conexión o vibración con alguien, simplemente creemos que no vibramos con esa persona y eso nos hace confrontarnos o permanecer en un juicio permanente porque el o la otr@ simplemente no nos cae bien.
Quizá te acuerdes que desde que estabas pequeñ@ tu necesidad de supervivencia te hacía explorar el ambiente sin que te dieras cuenta de las diferencias de tu entorno, posiblemente si eres del género femenino, tus padres te vestían de rosa y te daban juguetes alusivos a tu género; en el caso de los hombres, imagino que la vestimenta rosada estaba prohibida porque por nada del mundo, podías confundir tus necesidades masculinas con las femeninas, a partir de esos diferenciadores comenzaste a conectar con la dualidad para que en algún punto de tu vida, ésta te funcionara para desigualarte.
¿Qué es la dualidad? Si te imaginas una balanza, un lado tiene que pesar exactamente igual que el otro para que se forme un equilibrio; digamos que la dualidad es lo mismo, existe la misma cantidad de luz de un lado y el equivalente de obscuridad en el otro, ambos polos te constituyen a ti y a través de ellos, te das la oportunidad de conectar con la vida; sin embargo, el conflicto de la dualidad recae cuando solemos posicionarnos más sobre un lado, corriendo el riesgo de perder el balance y por necesidad de pertenencia, proyectamos esa falta de unidad en los demás.
Esa sensación de desbalance nos hace percibir un mundo en el que aparentemente todo está separado; creemos que lo que existe afuera de nosotros es la solución que necesitamos encontrar o el problema con el que tenemos que lidiar, esa creencia nos aparta y nos condiciona a experimentar la vida de forma poco real; está claro que todos necesitamos de esa dualidad para aprender a diferenciar entre lo correcto e incorrecto, entre la luz y la obscuridad, entre lo amoroso y lo desafiante, entre lo sano y lo enfermo para que cuando tomemos consciencia de esa diferenciación, no sintamos alguna necesidad de elegir sino que sepamos vivir desde la unidad integrando nuestra inseparable dualidad.
Cuando caminas necesariamente emanas una sombra inherente a ti y aunque tú no la notes, ésta te sigue a todos lados, porque el objetivo de esa sombra es acompañarte y ayudarte a integrar la totalidad que eres; por ende, es imposible distanciarte de ella porque así como la sombra corresponde a ti, tú correspondes a ella porque tu dualidad es y será la maestría que te permitirá reflexionar sobre la vibración con la que estás manifestando todo en la vida.
“El amor es la fuerza más poderosa, su poder es tan grande, que es capaz de unir al mundo y hacernos uno.”
Shary ChavLó.
Toma en cuenta que nuestra dualidad vibra; por ende, cada situación y ser humano con el que nos encontramos, es atraído por nuestra resonancia interna; esto significa que constantemente estamos descubriendo y experimentando el entorno desde nuestra perspectiva dual; pero difícilmente nos damos cuenta porque la programación de nuestra mente gobernada por el ego, nos hace creer que lo de afuera es diferente, nos hace sentir que Dios, el Universo o la energía es un humano que está fuera de nosotr@s mism@s y esa sensación de abandono nos hace experimentar el paraíso y el infierno en el mismo espacio-tiempo; nos hace pensar que los demás son los culpables de nuestros estados emocionales separándonos de la responsabilidad de nuestra propia madurez emocional; nos cuenta la historia de que no podemos porque no somos lo suficientemente buen@s para agradar, para tener o para estar y eso es disociarnos del amor propio sólo por adaptarnos a un mundo que queremos que nos mire y reconozca.
Si estás en un trabajo en el que otras personas te confrontan porque no comparten los mismos puntos de vista, es porque ustedes resuenan igual sólo que se miran desde sus perspectivas duales en las que comparten la misma herida de control que los hace creer que su razón prevalece sobre cualquier otra; por eso, necesitan defenderla porque sin ella ustedes sienten que su reconocimiento se pierde; lo mismo sucede en el mundo, te has comprado la idea de que eres de un país en el que forzosamente te han hecho aprenderte el himno de una nación que “ganó su libertad” a través de las matanzas, esclavitud y guerras para que mediante sus cánticos, te programes en la mente que tú perteneces y en el futuro sepas elegir al hipnotizador que te hará creer que te defiende; pero en realidad, cada discurso de poder esconde la charla dual en la que te separa de la verdad sólo para que tú luches por una identidad impuesta representada en bandera sin importar tú verdadera identidad, que debe ser creada desde la igualdad; con tu pareja, él o ella es el mejor reflejo que tienes para lastimarte, confrontarte y encontrarte porque ambos se enamoraron desde la ilusión por eso lo sentías perfect@ para ti, pero quizá en el transcurso de la relación te has dado cuenta que actúas y piensas desde la separación porque él o ella te está enseñando tus vicios, patrones y heridas, pero ninguno se ha responsabilizado de sanarse y perdonarse por ustedes mismos; por eso ambos buscan solucionar esas carencias señalándose mutuamente, porque su mente dual está diseñada para protegerse aunque eso implique llevarse hasta la muerte.
La dualidad es un peligro porque nos hace disociarnos de la realidad para inducirnos a un delirio permanente que nos hace creer que estamos completamente separados y por eso, elegimos ser la víctima de nuestras propias circunstancias sin querer mirar a ese victimario que también vive en un@ mism@; por eso, preferimos proyectarlo y buscarlo afuera para quedarnos en el rol de aquella polaridad que mejor nos convenga.
Quiero decirte que tu dualidad es indispensable porque gracias a ella reconoces la forma en la que estás vibrando, te das la oportunidad de mirar todo desde una perspectiva que une el mal y el bien como un@ mism@, en donde el agresor y la víctima resuenan en el mismo lugar por eso se conectan; en donde el envidioso y el envidiado se encuentran para reconciliarse y perdonarse, en donde el controlador y el inflexible se buscan para aceptarse y fluir, en donde el abandonado y el salvador se miran para soltarse; hasta que no aceptemos que somos uno en relación a todo seguiremos culpando el exterior creyendo que lo que estamos experimentando es el problema, continuaremos persiguiendo el amor como una posibilidad escasa y seguiremos creando un mundo desastroso que creemos se soluciona a través de la violencia, seguiremos resonando en ambientes destructivos para integrar esa dualidad interior que no hemos querido resolver por nosotros mismos.
Somos uno, Shary ChavLó ∞
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