Perdonar es uno de los procesos más complicados que vinimos a aprender porque cuando nos hablan de perdón, nuestra mente consciente se va al hecho que nos originó resentimiento, y eso nos transporta a la emoción bloqueada de la memoria que intentamos olvidar.

Nos han hecho creer que perdonar es dejar ir las faltas que otra persona cometió, las cuales nos hicieron mucho daño; sin embargo ¿cómo será posible dejar ir si desde que somos niños tuvimos padres ausentes emocionales? Y eso repercutió en la condición de nuestras emociones, porque sentir emociones como el odio, rencor o enojo estaba mal pues nos hacía “malos” y poco merecedores de amor.

Hace tiempo te hablé de las emociones y te dije que eran parte de nuestro aprendizaje terrenal porque gracias a ellas nos sabemos existentes; sin embargo, nuestra represión emocional ha sido tal que el mundo se está convirtiendo en una cárcel de prisioneros emocionales capaces de actuar desde ese lugar.

Perdonar es entender la causa
sin juzgar la circunstancias.

Shary ChavLó.

Hace 2 años vino a mí una paciente para tratar ciertos asuntos en su vida, dentro de su historia me compartió que a los 5 años fue abusada sexualmente. Mi primer sentir fue odio hacia la persona que lo había hecho y por supuesto, hacia su madre por quien sentí deseos no relacionados con el amor; cuando mi paciente se fue del consultorio, me fui a casa muy consternada y sólo recuerdo que al siguiente día desperté y comencé a llorar preguntándome: ¿Cómo manejar una historia así?, ¿por qué existía gente tan mala en el mundo?, ¿cómo no enjuiciar a las personas que cometieron esos actos?

Un par de semanas después la paciente regresó a verme y le pedí que me platicara la historia de su madre; me dijo que su progenitora había sido abusada sexualmente por uno de sus hermanos y que a su vez, su padre había abusado de su hermana. Cuando escuché la historia comprendí que el árbol del que provenía mi paciente, era un árbol incestuoso en el cual, la información de la familia se repetía en el inconsciente de mi consultante. Lo que quiero decirte con este testimonio, es que detrás de cada juicio que hacemos hay una historia que desconocemos y cuando nos permitimos observar la verdadera historia comprendemos dónde está el origen. Quiero que sepas que el hecho de que conozcamos la historia no significa que aprobemos los actos; sólo comprendemos desde qué lugar actuaron los otros y de esa forma, nos damos la oportunidad de quitarnos el rol de jueces irracionales y así, logramos vislumbrar la verdadera enseñanza de la situación.

Si te das cuenta, el perdón no resulta de olvidar ni de dejar ir al victimario, resulta de quitar el juicio y la condena a las circunstancias que estoy viviendo y eso se logrará cuando la causa sea comprendida, y para que eso suceda, requiere ser observada y previamente aceptada; sin embargo, el ser humano está acostumbrado a saltarse la observación y va directo a la condena. Por una parte, comprendo que nuestros juicios son esenciales para elegir lo que nos gusta en la vida y lo que no, pero cuando permitimos que nuestros juicios nos condicionen comenzamos a medir a los demás a través de ellos y usamos la condena como la mejor opción y es ahí, cuando elegimos emociones que nos alejan de la empatía.

Quizá te preguntes: ¿cómo quitar el juicio y condena a los asesinos, violadores y a todos aquellos que tanto dañan a la sociedad? La manera más justa es comprender su historia y de esa forma les quitamos el poder sobre nuestros estados emocionales. Recuerda que detrás de cada asesino y agresor hay una historia que ignoramos, la cual es evidente que los marcó y transformó; esto no significa que los justifiquemos, significa que comprendemos que esas personas experimentan la vida lejos del amor y se encontraron con una “víctima” que quiso aprender de la misma manera, ¿cómo es esto posible? Es simple, sin victimario no existe víctima, por lo tanto coexisten.

Quiero decirte que si no logramos liberarnos de la adicción al juicio y la condena entonces por ley de complementación seguiremos buscando de forma inconsciente a quién enjuiciar, culpar y condenar, y esas emociones no se relacionan con el perdón por el simple hecho de que no están en la misma línea vibracional.

Como te dije, el proceso de perdonar es uno de los más complejos porque quitar el juicio a las situaciones es muy difícil; sin embargo, lo único que detiene al juicio es el poder de observación que hace que mi percepción se transforme y de ese modo comienzo a verme yo en relación con lo que vivo. Para que esto suceda, necesito responsabilizarme de lo que enjuicio y de aquello que condeno, porque el perdón no refiere a redimir el hecho sino a aceptar mi participación en él, de esa manera, encontraré la verdad que me hará libre.

Cuando comiences a relacionarte contigo mism@ desde la libertad, vivirás lejos de esos prejuicios de perfeccionismo y liberarás a todos aquellos que deciden subir de peso; aquellos que tienen otros ideales; aquellos que eligen diferentes gustos de vida; aquellos que eligen partidos políticos diferentes al tuyo; aquellos que tienen orientaciones sexuales distintas; aquellos quienes eligen otros equipos deportivos; aquellos quienes decidieron ser latinos, negros o blancos etc. Porque si sigues viviendo en esa estricta posición de juez inflexible, entonces en el fondo tú tampoco estás perdonándote por ser diferente.

Es demasiado ambicioso pedir que nos amemos los unos a los otros, porque gran parte del colectivo tiene una versión condicionante del amor y que está totalmente alejada de lo que verdaderamente es; pero lo que sí podemos hacer los unos por los otros es otorgar respeto sobre las diferencias de los demás porque ahí lograremos aceptar que el otro tiene derecho a ser diferente, porque los demás merecen ser aceptados de la misma manera en la que todos merecemos serlo.

 Quiero que sepas que ninguno de nosotros somos personas buenas ni malas, somos personas completas; por lo tanto, no es ninguna casualidad que te hayas encontrado con ciertas personas en el mismo tiempo-espacio, mejor reconcíliate con cada una de ellas porque cada quien te enseñó una parte que no querías reconocer en ti; acepta que tú también eres ser humano y que esa falta de perdón no le hace daño a “ese otro” sino que te envenena a ti, libérate de tus juicios porque son etiquetas que te pones tú utilizando a terceros y eso te vuelve preso de tus propios pensamientos; recuerda que tu principal derecho es ser feliz así que no te impongas motivos para quitarte ese maravilloso estado porque esa será la más triste de tus condenas.

Elige perdonarte,
Shary ChavLó

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