A lo lago de la historia, el ser humano se ha encargado de formar sus propias creencias acerca del cómo vivir; entre esos conceptos ha estado la percepción que ha creado referente al amor.

Me encanta hablar del amor porque creo que es el estado más importante y fundamental para la existencia humana. En la información del primer hombre que pisó la tierra, estaba la necesidad de perpetuar la especie y fue desde esa creencia que el amor comenzó a surgir como un requisito para no cesar de existir.

En varias ocasiones he mencionado que el amor es un estado que no se busca, porque está presente en nuestro interior; un lugar que jamás nos han enseñado que existe, debido a esa creencia de que el amor sólo puede provenir del exterior.

La semana pasada, mientras entrenaba en el gimnasio, vi una sesión de fotos que estaban haciéndole a una pareja; la chica era rubia, alta y muy delgada, el chico era alto, musculoso y rubio al igual que ella; la sesión de fotos era para promocionar el lugar e invitar a la gente a inscribirse.

Vivo y provengo de un país con raíces indígenas; las mujeres mexicanas somos de estatura baja y nuestra complexión física es distinta; los hombres por otro lado, son de estatura media y tez morena; entonces si yo me condicionara con el estereotipo de la mujer que me presentan en esa sesión de fotos, mi resultado estará lejano a eso que me dicen que es lo “bello”, porque ese arquetipo de mujer está completamente fuera de mis posibilidades, yo jamás seré rubia, ultra delegada, alta, ni de ojos claros, simple y sencillamente porque esa fisonomía no es parte del colectivo del que provengo. Ahora imagina que esto es lo que nos han vendido durante generaciones y desafortunadamente como mexicanos nos cuesta más trabajo identificarnos con nuestra naturaleza por vivir condicionados a una imagen que es sólo es parte de una ilusión inalcanzable; esto ha hecho que nuestra herida de rechazo se profundice y difícilmente podamos  conectar con el amor de nuestra propia esencia; eso inevitablemente ha impactado en nuestra autoestima.

Desde que tengo memoria, el mundo nos ha bombardeado con información sobre cómo debemos vernos, cómo ser y qué tener para poder pertenecer, esas creencias nos han inducido a una amnesia colectiva que nos impide recordar quiénes somos y qué es lo que queremos ser, sin miedo a lo que otros piensen de nosotros.

Cuando comencé mi carrera como coach de vida, sabía que uno de los procesos a los que me enfrentaría sería a mí misma, entendía que estaría frente a frente con mis complejos físicos, emocionales, sociales y por supuesto mentales; puedo decirte que ese proceso ha sido uno de los más gratificantes y uno de los más destructivos, porque estar conmigo misma representó romper con esos condicionamientos de lo que yo creía que era y con las ideas de cómo tenía que ser para pertenecer; pero a su vez romper con ello me ha conectado con la libertad más enriquecedora que sé que jamás podré encontrar en el exterior.

En todo ese proceso comencé a dar sesiones terapéuticas porque quería guiar a las personas a ese desconocido encuentro; en la mayoría de mis sesiones he descubierto la falta de amor propio que tienen mis consultantes, cuando hablo de esto con ellos además de su gran desconcierto, su primera pregunta es: ¿qué hago para amarme a mi mism@?

¿Qué es amarse uno mismo? En nuestra marcada dualidad, insistimos en comportarnos como buenas personas y evitamos a toda costa nuestra polaridad más obscura que es la que contiene todos nuestros complejos e inseguridades; en ese lugar radica el odio, el resentimiento, la envidia y el rencor, pero en nuestra necesidad de negar esos estados como propios, nos topamos con esas relaciones que nos muestran que todo eso que negamos también vive en nosotros mismos, por eso somos capaces de identificarlos. Cuando estamos dispuestos a amarnos necesitamos integrar ambas polaridades sin juzgarlas como buenas o malas, porque ambas son parte de la vida así como parte de nosotros mismos.

«La persona más influenciable con la que hablarás
todo el día eres tú, por favor ten cuidado con lo que te dices.»

Zig Ziglar

Cuando decidimos identificamos con esas etiquetas de belleza, evitamos estar cara a cara con ese amor propio porque esos diálogos externos los hacemos reales y los convertimos en nuestras expresiones internas; si todo el tiempo estás posicionándote en ser perfect@ y querer verte de una manera que resulta imposible, te sentirás la persona más indeseable del mundo y a partir de ahí, elegirás las palabras más hirientes para hablarte  por no verte como los demás dicen que debes.

Ten presente que para amarnos, tenemos que ser conscientes de ese amor propio y observar desde qué lugar lo estamos creando, si es desde tú verdad o desde la mentira creada por un arquetipo inexistente. Recuerda que en la sabiduría infinita del Universo  todo aquello que piensas, dices y haces es lo que estás condenad@ a experimentar porque de esa forma estás creando tu imagen.

A veces para sentirnos amad@s hacemos lo posible por gustarle a otros y cuando los otros nos rechazan, es porque nos están enseñando que para recibir amor primero tenemos que dárnoslo a nosotros mismos, de lo contrario cuando despertamos de esa situación tan desafiante, nos encontraremos con ese “yo” hecho pedazos, alguien que creía que primero necesitaba abandonarse a sí mismo, para llenarse de lo que describía como amor.

Cuando en verdad decidas amarte a ti mism@, puedo decirte que tu vida tomará otro sentido porque ya nada lo verás con los mismos anteojos con los que solías visualizar todo a tu alrededor; posiblemente de tu vida se irán las personas que creías te amaban y terminarás con las situaciones que creías eran reales; esto sucederá porque amarte a ti mism@ involucra un inevitable crecimiento; en ese camino te encontrarás con un “yo desconocido”, ese ser es un invitado permanente que eres tú mism@ y que sólo en ti está decidir si a ese huésped le hablas con amor y con respeto, o lo separas de ti para hablarle como a un extraño e indeseable enemigo.

Comienza a amarte,
Shary ChavLó