Cuando terminé mi carrera universitaria comencé a preparar mi currículo que mostraba la escasa experiencia que tenía laboralmente; por supuesto, cuando me hablaban para una entrevista me emocionaba porque sentía que mi vida profesional estaba por comenzar; no sé si te pasó, pero cuando vas a esa primera entrevista existe la necesidad de causar la mejor impresión en todos los sentidos; cuando llegaba el entrevistador y preguntaba sobre mi experiencia, intentaba decir todo lo que sabía para que la entrevista fluyera perfectamente; de pronto, el reclutador lanzaba una pregunta que me paralizaba: ¿Cómo te ves en 5 años?

Mi cabeza daba miles de vueltas porque 5 años se me hacían eternos y ni siquiera estaba en el lugar que verdaderamente quería en la vida; por ende, ¿cómo era posible que pudiera visualizarme en tanto tiempo?; mi única respuesta memorizada era “ser exitosa y pertenecer a una empresa que me permita crecer individual y profesionalmente” para que a través de mis respuestas pudiera ser considerada como una candidata ambiciosa;  han pasado 5 años desde mi última entrevista laboral y no pertenezco a una empresa que me haya dejado crecer y mi concepto de éxito ha cambiado a lo largo de estos años. 

Creo que pensar en el futuro es uno de los pensamientos que más nos atormentan colectivamente porque no hemos sabido cómo convivir con la incertidumbre que brindará el mañana, porque es justo en esa incertidumbre donde nos encontramos con nuestro mayor temor de no convertirnos en lo que los demás sueñan que seamos.

Desde que éramos pequeños nuestro futuro estuvo condicionado por los deseos de nuestros padres, ellos ambicionaban un gran futuro para nosotros; por el contrario, en sus creencias limitantes y fracasos personales nos decretaron uno de los peores. Para el ser humano el tiempo ha sido la mayor condicionante desde hace miles de años, por ende, cada día que pasa, vemos al tiempo como un valor que cuesta caro porque creemos que nuestra vida es representada a través de él; ese pensamiento nos fue inculcado cuando teníamos que cumplir con un horario escolar, para que nuestra educación se justificara en la conversión de una mano calificada que serviría en el futuro para adaptarnos a un trabajo que nos pagaría con el tiempo de nuestra vida. 

“No insistas en el pasado, no sueñes en el futuro, concentra tu mente en el momento presente.”

Buda.

Imagina la carga que le dejamos al futuro cuando recargamos en él, el beneficio de ser felices algún día; cuando le ponemos el peso de nuestra soledad, deseando que en algún momento llegue la persona que nos la quite; cuando a través de la lucha y el sacrificio podamos obtener algo de paz; cuando le cedemos la responsabilidad de nuestra plenitud para que al final del camino, nos la intercambie por un poco de dicha; cuando hacemos hasta lo inalcanzable por él o por ella para que algún día, por fin nos ame como un@ sueña; la realidad es que no hemos aprendido a responsabilizarnos del presente porque éste nos duele, confronta y decepciona porque pensar en el futuro huyendo del ahora, no resolverá nada porque sólo lo estamos creando a través de una existencia que se percibe vacía y deprimente.  

Una vez te comenté que no somos vida, somos la vida manifestándose constantemente; esto significa que el pasado, presente y futuro lo vivimos en un mismo tiempo-espacio porque no hacemos ninguna separación sana entre lo que ya pasó, sucede y pasará; por consecuencia, nuestro presente se siente con la culpa del pasado y se piensa con la ansiedad del futuro; y si esto sucede, difícilmente podremos entender lo que la realidad nos enseña, y cuando no hay comprensión, no hay amor ni consciencia. 

Si nos dispusiéramos a conectar con el aquí y ahora para aceptarlo tal cual es, comprenderíamos muchas cosas de nosotr@s mism@s, sabríamos que no hay amores pasados ni ilusiones futuras; sino aquellas relaciones presentes caracterizadas por una libertad mutua en donde la otra persona puede quedarse o irse de nuestro lado porque lo único que le compromete, es el amor que está dispuest@ a dar y viceversa; extender el presente al futuro y regresarlo al pasado es jugar con nuestro destino sin anclarlo a un objetivo claro; así que decide en qué tipo de persona quieres convertirte porque ese pensamiento relacionado a ti y a tu futuro, será el condicionamiento que te convertirá en esa persona que tanto anhelas o en aquella que se esclavizará a vivir lo que siempre ha temido experimentar. 

Vive, Shary ChavLó