Si yo te dijera que el odio es igual al amor, ¿lo creerías?
Así es, ambos están en la misma línea, sólo que en diferente temperatura o sintonía.
El odio se basa en el miedo y el otro, en la compasión e integración de todo; para mí, el odio resulta de una emoción negativa que fue provocada por algún hecho, persona, situación o experiencia, y al sentirla, en automático la rechazamos, la evitamos y la convertimos en veneno que se transforma en odio.
A veces nos hace creer que se fue, pero en realidad nos mantiene alerta para que en cualquier momento defienda esa vulnerabilidad que fue atacada y a ese corazón que fue golpeado.
Hace tiempo viví una experiencia con una persona a quien consideraba parte de mi todo y por consecuencia de mi vida, salí muy lastimada. Puedo decirte que me herí hasta romperme, me negaba sentir esa emoción, me regañaba cruelmente y me decía: ¿Cómo es posible que tú siendo un ser espiritual, odies? Fue cuando toqué fondo y comprendí que si podía, porque soy un ser humano como cualquier otro, con sentimientos positivos y negativos, un ser dual. Pero me cansé, me agoté de sentirme enojada, desvalorizada, triste, traicionada y desmotivada, hasta que por fin, estuve dispuesta a dejar ir; decidí aceptar lo que por mucho tiempo negué, me permití sentir y sanar esa herida tan profunda que yo decidí hacerme a través de alguien más.
Imagina un vaso lleno de agua pura y cada día vas vertiendo en pequeñas dosis tinta negra con un gotero… con el tiempo quedará totalmente sucia, obscura y sin luz; si resguardas el vaso durante días, meses e incluso años; al encontrarlo ¿decidirías conservarlo? Ahora visualiza lo mismo pero en tu alma, eso es lo que hace el odio. Basta con una sola gota de tinta negra para enmugrecer tu corazón y hacerlo piedra; en mi experiencia, creo que una de las mejores formas de sanarlo es aceptar que está ahí, date la oportunidad de entender que esa emoción que niegas sólo te está marchitando, al hacerlo, puedo asegurarte que será transformado, aunque debes de saber, que siempre será tu decisión si te permites soltarlo o prefieres caminar a su lado.
Siddartha Gautama “Buda” dijo una vez:
El odio no se termina con más odio sino con amor,
y eso es una regla eterna.
Como te dije hace un momento, el odio está en la temperatura donde radica el miedo y muchas veces se convierte en ese consejero que nos hace creer que entre más dura es la armadura, nuestra supervivencia será más segura; eso es falso, porque entre más resistente es el caparazón, el ser que vive dentro de ti sólo se debilita.
Quiero que sepas que no es mejor odiar o amar, lo único que ambos provocan es que traerán a tu vida experiencias distintas, unas que posiblemente te aten y otras que te desaten y te lleven al lugar donde radica tu más alto bien. Odiar a alguien jamás le perjudicará a ese otro, recuerda que esa persona sólo tuvo el papel que tú le diste en toda esa historia; el odio sólo será la semilla que tú crees plantar en los demás pero en realidad, es el fruto que se cosechará en ti, y que al final, será quien gobierne tu vida.
Con toda mi gratitud,
Shary ChavLó.
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