Se me hace increíble que cuando éramos pequeños teníamos la inquietud de convertirnos en alguien, jugábamos a tener una profesión y sentirnos adultos por un momento y hacer de ese mundo algo divertido. 

No sé si te pasó que al crecer, decidiste cursar una carrera afín a tus gustos, capacidades  y quizá aquella que estaba de moda, pero cuando entraste al mundo laboral, tu trabajo no estaba relacionado con lo que estudiaste; yo cursé la carrera de Ciencias de la Comunicación y mi experiencia laboral se enfocó al área de mercadotecnia y turismo; sin embargo, la sorpresa que me dio la vida fue llevarme por un camino distinto para iniciar con mi carrera como coach de vida. 

En el proceso de formalizar mi carrera espiritual me he enfrentado al atributo más complejo del Universo que es la paciencia, aquella que no está condicionada ni por el tiempo ni el control; porque la única forma en que la paciencia se ve amenazada es por el exceso de control que como seres humanos ejercemos constantemente; toma en cuenta que nuestro cerebro reptiliano siempre se sentirá intimidado por el “¿cuándo?”, esto debido a que en su consciencia primitiva primero está sobrevivir y para ello no puede ser paciente. 

La paciencia es la capacidad que todos tenemos para aceptar las circunstancias de la vida tal cual son sin querer cambiarlas de acuerdo a nuestras expectativas; ser pacientes no significa que tengamos que aguantar situaciones desafiantes y destructivas porque eso es pensar desde nuestra mente competitiva que nos dice que entre más aguantemos, mejor será la recompensa. 

“La paciencia no es simplemente la capacidad de esperar, es cómo nos comportamos mientras esperamos.”

Joyce Meyer.

La vida por naturaleza contiene añadiduras, pero su función no se trata del tiempo que nos tome llegar a donde queremos, sino en cómo decidamos vivir el momento presente, porque llegar a una meta, es un extra natural de la fase de merecimiento; la vida se trata de la capacidad intelectual, emocional y espiritual con la que percibamos todo a nuestro alrededor, sabiendo que el único proceso que tenemos que vivir está aquí y ahora. 

Como te había dicho anteriormente, todos tenemos una mente ególatra que tiene miedo a la no existencia por eso tiende a regresarnos al pasado aunque nos genere dolor o nos condiciona al futuro para prevenirnos de él y lo hace porque en su función instintiva sabe que hay un final y al llegar a él, su misión ya no tendrá significado alguno; ésta sensación de miedo, nos hace someternos a relaciones o situaciones destructivas con tal de no enfrentar el miedo a la ruptura o el dolor a la soledad y ese miedo inconsciente nos hace correr y elegir experiencias desde la necesidad pero no desde la consciencia. 

Toma en cuenta que desde que eras pequeñ@ fuiste educad@ para tener una vida robotizada en la que sólo puede existir el tiempo y por lo tanto, es imposible que hagas pausas para descubrir qué es lo que estás haciendo con tu vida y decidas tomar otras decisiones que te ayuden a formar otro destino porque para el colectivo es más importante que le consumas tiempo y te esclavices a él antes de que aprendas a vivir a tu manera.  

La forma en la que actúa nuestra mente en una relación destructiva es haciéndonos creer que tenemos que ser pacientes al maltrato físico, emocional y psicológico porque para el miedo del ego, reconocer que no hay amor en una relación, es vivir la pérdida que conlleva dolor; por eso el ego nos habla de tener paciencia al conflicto pero no a la solución; es importante que sepas que la paciencia que demuestres en una relación no está condicionada a los golpes que soportes porque eso es una mentira cruel que te dice tu cabeza con tal de no tomar una decisión asertiva; así mismo, ser paciente al cambio del otro es un auto-engaño porque el otro nunca cambiará por ti, debido a que la realidad te muestra que el único cambio que tú puedes generar posiblemente implica terminar una relación que ya no funciona porque cuando deja de haber paz en una situación significa que no hay pizca de paciencia. 

Recuerda que en una relación de cualquier índole, la paciencia es una de las bases que la sostendrá porque su función nace del amor y cuando hay amor consciente, por ende, existe una unión paciente; la cual, no está determinada al cambio del otro o la otra cuando él o ella se disponga hacerlo sino que permite que sus integrantes cambien de forma individual, aceptando lo que viven con madurez emocional. 

El control que crees necesitar para que todo en tu vida resulte de forma perfecta, te lleva a crear una vida de estrés y ansiedad, sólo recuerda que la vida se siente más ligera cuando sueltas lo que te angustia y dejas de ser paciente a lo que te atormenta; cuando te permites ser paciente contigo mism@ y aprendas a reconciliarte con los tiempos que te dice la mente, dejarás de castigarte por no ir más lejos porque en el fondo de ti, sabes que estás en donde debes de estar porque hoy tienes las herramientas necesarias para existir, por ende no necesitas más. 

Si estás iniciando un proyecto, una relación o una misión, evita ponerle pensamientos de tiempo porque terminarás por adelantar el reloj que es imposible de cambiar y el resultado seguramente te frustrará; recuerda que todo en la vida sigue una línea cronológica necesaria que te obliga a creer que detrás de todo ese temor, hay una solución que te invita a confiar en que el proceso es perfecto; aprender a tener paciencia es ganarle la guerra a tu intolerancia, carencia, expectativas y exigencias porque nada es más costoso en la vida que quitarte paz; así que antes de regalar uno de tus mejores atributos a situaciones o relaciones que no la merecen, bríndatela a ti mism@, porque ahí te darás cuenta que no existe algo más extraordinario que tu presente, por lo tanto, merece la pena vivirlo.  

Vive aquí y quédate ahora, Shary ChavLó