En el transcurso de nuestra vida nos hemos topado con muchas relaciones en versión de amistades, familia, parejas, conocidos etc., muchos de esos encuentros posiblemente han sido gratos y otros nos han confrontado al grado de destrozarnos.

Todas la relaciones que están o han estado en nuestra vida, tienen un propósito específico y la mayoría están relacionadas con nuestro encuentro personal, que nos enfrentará cara a cara con nuestro amor propio; el cuál nos enseñaron que sólo era posible conseguir afuera.

¿Por qué tenemos la necesidad de sentirnos amados? Ten presente que los seres humanos somos duales, esto significa que tenemos una sombra y una luz que nos equilibra; por un lado, la luz es la que nos conecta con la unidad y si estamos conectados a ella, nos sentiremos en completa paz y equilibrio; por otro lado, nuestra parte sombría es la que está condicionada por nuestro ego y es quien nos hace creer que necesitamos el reconocimiento del exterior; si te das cuenta, la mayoría de la información que lees, escuchas y ves son mensajes creados para la sombra; las canciones que normalmente cantas están relacionadas al amor dependiente, doloroso, engañoso, sufrible, imperdonable etc., las cosas que ves están relacionadas a tus miedos más profundos e insuperables; las historias que lees, describen los resultados de una sociedad que no ha podido lidiar con sus consecuencias y busca un victimario a quien echarle la culpa, y tú, con convicción lo crees.

Esa sombra que piensa que debe sentirse reconocida por el exterior, materializa las experiencias más desafiantes que le hacen creer que todo lo que ve, escucha y lee es real para que de esa manera, se sienta condicionada a buscar sus experiencias desde la desvalorización hasta que acepte que la única forma de equilibrarse es a través de su propia luz interior.

“Los demás respetarán tus límites, si les indicas donde están.”

Walter Dresel

Desde que fuimos niños nos educaron para seguir modelos que nos permitieran adaptarnos a estereotipos a los que no podíamos negarnos, porque el desarrollo de nuestra consciencia estaba en manos de nuestros padres; por eso cuando ibas con los tíos, amigos, parientes o conocidos de ellos, tenías que saludarles de beso y quizá hacerles ojitos para que vieran lo divin@ que eras, y de esa forma ganarte su aprobación; ese recuerdo de adaptación se quedó impreso en nuestra memoria y cada que nos encontramos a alguien nuestro saludo debe de contener un beso que nos hace creer que eso es lo correcto y lo más educado.

En ese proceso de aprendizaje no adquirimos la enseñanza de poner límites, pero en nuestra vida adulta esa falta de barreras, implica una supuesta decepción de los demás a quienes por decisión, les hemos dado el control sobre nosotros; decir que “no” a los demás habla de nuestro poder personal; empoderarnos no se trata de la villanía, amenaza o agresión, habla de accionarnos de forma natural y saber poner límites que involucren nuestro amor propio; cuando estamos en una situación desafiante es porque esa carencia de amor la intentamos completar con el agrado y validación de otros.

Quiero decirte que a veces nos involucramos en relaciones dañinas porque nos han enseñado a recoger las sobras de amor que nos hacen creer que está bien continuar con una relación hiriente sólo por salvar los pocos momentos de felicidad que nos ofrece; esa falta de límites está relacionada a las historias que nos contamos en relación con las personas que imaginábamos estarían el resto de nuestra vida y con tal de no romper con esa ilusión que implica límites, preferimos quedarnos con el sueño de un futuro inexistente aún sabiendo que la realidad nos promete algo diferente.

Decir que no, nos conecta automáticamente con la culpa inconsciente en relación a los estados emocionales de lo demás, de quienes nos sentimos completamente responsables, eso nos vuelve permisivos y dejamos que los demás atraviesen esas barreras personales para contar con su aprobación y de esa forma, nos sigan amando, esa consecuencia hará que tus relaciones se conviertan en uniones transgresoras y controladoras.

Si estás en una relación que te haces creer que todo marcha perfecto pero en el fondo has identificado que hay situaciones que te incomodan, no te gustan, ya no quieres, no puedes, no te motivan etc., es porque la vida te está impulsando a que tomes la decisión de poner límites sin que deposites tu fe en que el/la otr@ es quien tiene que cambiar por ti; este tipo de experiencias te están enseñando a decir no más” para que desde ese lugar te des permiso de seguir tu camino lejos de una relación que más allá de contribuirte, te lastima y detiene.

Tomar la decisión de poner límites nos hace sentir como los malos de la historia y quiero que sepas que no es así, decir no habla de tu potencial emocional; deja de creer que si dices que no, el otro se va a enojar y se irá de tu lado, si es así, es porque le has dado ese poder sobre ti y porque esa persona no ha sabido valorarte; lo que no sabes, es que te está haciendo el gran favor de dejarte contigo; si renuncias al trabajo que te quita vida, recuerda que siempre habrá otro que te de la bienvenida; si estás en relaciones en donde todo el tiempo te critican, lastiman, menosprecian y humillan te están invitando a establecer tus límites y dejarlos claro; recuerda que quien quiere estar a tu lado es porque así lo decide, no porque le sea obligado.

Ten presente que poner límites habla de escucharte a ti mism@ y si te escuchas es porque te amas, deja de mentirte haciéndote creer que el otro te trata así porque está enojad@, porque no es su día, está en su proceso etc., eso es la actitud más transgresora hacia ti mism@ porque justificar que el otro está cruzando una línea que no debe es atentar contra tu integridad; decir no, habla de la libertad que no está a favor ni en contra, sino de aquella que te lleva hacia un estado positivo; recuerda que decir no también es válido; porque el alcance que tienen esas dos letras impactará en las experiencias que elijas manifestar, decir  “hasta aquí, no más”, es el paso siguiente para que te conectes con lo que de verdad mereces.

Te honro, Shary ChavLó