Cuando hablamos de familia lo primero que viene a nuestra mente son dos adultos con hijos a su lado, porque en nuestra naturaleza está la perpetuación de la especie para la procreación de las nuevas generaciones y de esta forma ellas puedan hacer lo mismo en el futuro.

Muchas veces he escuchado: “¿Qué clase de mundo le estamos dando a los hijos?” cuando en realidad la pregunta que debemos hacer es: “¿qué clase de hijos estamos dejando en el mundo?” Porque todos esos niños son la responsabilidad de dos adultos que al igual que nosotros también fueron niños, pero: ¿qué clase de niños? ¿Acaso fueron niños amados, comprendidos, atesorados? Si no fue así, entonces ¿en qué clase de adultos se convirtieron?

Encuentro maravilloso que una de tus metas sea agrandar tu propia familia, pero antes de dar ese gran paso, por favor pregúntate: ¿qué le quiero enseñar a mis hijos que sea diferente a lo que yo sé?, ¿has hecho consciencia de tus patrones para que ellos no los repitan?, ¿cuáles han sido tus aportaciones en el mundo para que ellos hagan lo mismo?, ¿cuáles son tus actitudes ante la vida para que ellos sientan la misma curiosidad de repetirlas?

Es más fácil construir niños sanos
que reparar adultos rotos.

Frederick Douglas.

Ten en cuenta que los niños siempre seguirán tus ejemplos y jamás atenderán los consejos que no perciban en ti, por lo tanto, si les dices: “no pegues” y tú les pegas ¿imagina la confusión de tu mensaje?, si te escuchan criticar y juzgar a los demás ¿cuál crees que sea el aprendizaje que llevarán al colegio?, si crees que violentándolos verbal, física y psicológicamente los ayudará a convertirse en adultos fuertes, lo que realmente estás haciendo es herirlos a través de tu propio resentimiento, aquel que no te has permitido comprender ni sanar y que estás depositando en ellos de forma inconsciente y en un futuro, esas duras lecciones los convertirá en adultos llenos de ira con un profundo rencor social.

Si vas a enseñarle algo a tus hijos, enséñales lo que a nosotros no nos inculcaron que es amarse a sí mism@s, oriéntales a respetarse para que de esa forma puedan respetar a los demás, guíales en aceptarse para que de esa manera puedan aceptar las diferencias que tengan con otros; enséñales a ser tolerantes para que comprendan que su propia paz es lo más sagrado que existe; ayúdales a comprender que la vulnerabilidad los guiará a entender mejor sus emociones, encamínales en aprender a escucharse compasivamente para que de esa forma puedan escuchar a otros sin juicio; guíales en hacerse responsables de sus actitudes para que no tomen la culpa como el bastón de su vida. Si nada de eso existe en ti, entonces comienza con tu propia indagación para que logres heredarles el conocimiento que hará de ellos unos adultos emocionales.  

Recuerda que nosotros fuimos educados con sistemas que ya no encajan en las nuevas generaciones que están llegando a este mundo; dejemos de enseñarles a las niñas que su misión en la vida es sólo convertirse en madres y a los niños que su objetivo es transformarse en hombres machistas y sin equilibrio.

Por favor orientemos a esas nuevas generaciones a ser libres, porque si algo debemos de valorar los seres humanos es que tenemos la posibilidad de construir nuestra vida como deseemos, así que no les impongas cómo ser, qué ponerse ni cómo deben de verse porque eso los hará prisioneros del sistema al que tú cómodamente te adaptaste y del cual hasta hoy, no has podido ni querido salir.

Si eres un padre sobreprotector o ausente generarás en ellos las mismas inseguridades para hacer frente al mundo que ya es de ellos y su empedramiento lo activarán desde su baja estima y eso hará que se conviertan en adultos miedosos y visualizarán la vida como un peligro.

Si eres un padre que prefiere corregirlos con golpes e insultos harás que cada palabra y acción tuya se registre permanentemente en su inconsciente y en un futuro, esas huellas se guardarán en su cuerpo, les ocasionará sobrepeso y buscarán relaciones que se sustenten en la violencia doméstica y las uniones disfuncionales.

Si eres un padre temeroso que no quiere que sus hijos sufran o les duelan las situaciones que a veces nos pone la vida, entonces estás programando en ellos enfermedades como infartos al corazón como causa de ese dolor que se prohibieron sentir para que tú no sufrieras.

Si eres un padre que opta por el chantaje y les dices palabras como: “mira lo que hago por ti y así me pagas”, “nadie te querrá como yo”, “lo hago porque te quiero” entonces harás que todas las experiencias que elijan las vivan desde el apego y cuando les toque terminar una relación harán todo lo posible por mantener a esa persona a su lado creyendo que así lograrán que les quieran y eso los convertirá en chantajistas emocionales.

Ser padre es una enorme responsabilidad que va más allá de proveer alimento y educación; recuerda que los niños son de los mejores maestros que los adultos tenemos porque nos enseñan a ver la vida sin juicio ni etiqueta, por lo tanto, no les quitemos esa inocencia y aprendámosla nuevamente para que tus semillas llamadas hijos sean la conciencia que quieres ver en tu mundo, y ese cambio, lo alcances tú, ellos y por supuesto las generaciones siguientes.

Siempre ten presente que todos fuimos niños y que no fuimos los responsables de todas esas programaciones inconscientes que nos marcaron y nos transformaron en los niños heridos sostenidos por nuestro adulto pero hoy, sí es nuestra responsabilidad desaprender todas esas creencias que compramos como las correctas para que de esa forma enseñemos que la libertad de vivir es el único y verdadero sistema que debemos de seguir.

Abrázate a ti mismo,
Shary ChavLó.