Una de mis rutinas diarias y prácticamente obligatorias es ir al gimnasio, creo que ese hábito fue inculcado por mis padres porque ambos son asiduos al ejercicio desde que eran jóvenes; mis rutinas se basan en entrenar 3 veces a la semana la parte inferior de mi cuerpo, 2 días la parte superior y el fin de semana lo ocupo para hacer box; para mí, ir al gimnasio es sumamente importante porque creo que nuestro cuerpo es una herramienta primordial para movernos en la vida y claro, es la habitación en la que siempre residirá nuestra alma. 

La semana pasada te hablé del coronavirus, te comenté que es una enfermedad que invade especialmente las vías respiratorias; este virus ha crecido de tal forma que gran parte de los países en el mundo se han declarado en zona roja, al grado de obligarse a estar en cuarentena; es decir, sin salir de casa, ni socializar, ni visitar zonas públicas; honestamente cuando empecé a escuchar noticias del virus, pensaba que era casi imposible que esto pudiera alcanzar a México pero cuando sucedió, suponía que era aún más difícil llegar a un estado de alerta como otras naciones. 

Para mi sorpresa, el principio de la cuarentena ha llegado a este país, mi confrontación no es vivir “aislada” porque soy una persona bastante tranquila, trabajo en casa y no suelo salir mucho, sólo para cumplir con necesidades de mi trabajo y por supuesto, mi actividad física; lo que me reta de esta situación es que algo que no puedo controlar ni explicar me saque de mi zona de confort; toma en cuenta que cuando las cosas no son de acuerdo al cuento que nos contamos todos los días, significa que nos adentraremos a un lugar desconocido y de mayor temor para nosotros que es la sufrible incertidumbre. 

Recuerda que en el sistema del que somos parte vivir en la culpa, el sufrimiento, la crisis, el estrés, las guerras, las diferencias, el racismo y la diferenciación nos resulta algo natural porque la vida humana fue constituida a partir de la sobrevivencia, pero cuando la sobrevivencia se ve afectada, la mente biológica crea barreras para protegerse a través de la crisis y hace que actuemos a través del impulso sin concientizar la acción; esto se debe a que cualquier situación fuera del plan que creó la mente, le recuerda lo frágil que es ante algo que le supera. 

“No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final.”

Clive S. Lewis.

Toma en cuenta que vivimos en un mundo en donde el ruido es constante, el primer sonido que escuchas proviene del despertador que te recuerda que vas tarde si haces caso omiso de su alarma; después te llega el sonido de tus pensamientos que te preparan para los miles de pendientes que aún tienes adhiriendo a ellos ansiedad y preocupación; cuando sales de casa te adentras al eco del tráfico de siempre y que en la mayoría de los casos, reaccionas más de lo que te calmas porque la prisa que llevas te hace encontrarte con los más imprudentes; después llegas al trabajo y quizá te dedicas a revisar la chismografía de los de la oficina antes de dedicarte a tus pendientes; de esa manera se va tú día, entre lo que tienes que hacer y el poco tiempo del que dispones para hacerlo; hasta que llega el final del día para que regreses a la cama y esperar el siguiente día para experimentar más de lo mismo.

Cuando sentimos que nuestra estructura de vida se ve condicionada, el pánico se apodera de la mente y lo único que nos hace ver es caos, para que desde ahí, pensemos y por ende actuemos; pero si lo vemos desde la humildad, la situación que vivimos como humanidad es una demostración del profundo abandono que tenemos con un@ mism@ porque este ambiente de solitud está desafiándonos debido a que nos enseña el miedo que le tenemos a lo desconocido, porque en la incertidumbre del caos hay una versión de ti que no conoces, eso te obliga a compartir tu tiempo con alguien diferente, quien te enseña lo mucho o poco que has cambiado y en la persona en la que te has convertido.  

Recuerda que conocerse a un@ mism@ no siempre es grato porque cuando lo hacemos nos encontramos con las versiones que menos nos gustan y nos vemos forzados a soltar esas etiquetas que nos hacen creer que somos ese alguien en quien nos hemos protegido  durante muchos años; pero esta situación de aislamiento nos enseña que todo aquello que creíamos ser para pertenecer, es una ilusión que cuando menos lo esperamos, se quiebra; por lo tanto, la ventaja de este “encierro” es que nos ayudará a encontrar todas aquellas respuestas que buscábamos; las cuales, no se encuentran en ninguna zona de confort ni en la arrogancia que a veces nos da la seguridad.  

Comprendo que esta situación se está saliendo de nuestras manos pero más allá de preocuparnos, agobiarnos y atraer más carencia en lugar de abundancia, lo que necesitamos, es ver la oportunidad que está experiencia nos ofrece; si te hubieran dicho que por favor no salieras cuarenta días porque tu ausencia ayudaría al planeta de muchas formas ¿lo hubieras hecho?, si te hubieran propuesto quedarte en casa para reflexionar en los lugares en los que dejaste de vibrar desde el amor ¿hubieras tomado esa sugerencia?, si alguien te hubiera dicho que necesitabas quedarte en casa para que te des el tiempo de solucionar tu vida desde adentro para reflejarlo al exterior ¿lo hubieras intentado? Puedo asegurarte que tu respuesta sería no, pero hoy la vida nos obliga a reconciliarnos con todo y a apreciar aquello que sentíamos nuestro; pero sobretodo, nos invita a abrazar esos cambios inevitables de nuestra existencia; por lo tanto, si el maestro tiene que ser la tragedia para que nos volvamos empáticos con otros, conectemos desde el amor y por fin nos veamos como un igual, entonces que así sea. 

Si estarás estos cuarenta días en casa, disponte a reconectar contigo mism@, haz meditación, arregla tu casa de forma diferente, ve documentales que te contribuyan y te ayuden a reflexionar; responsabilízate de tus acciones y toma consciencia de qué tanto tus pensamientos, vibraciones y actitudes han impactado tu mundo y por consecuencia, al mundo que te alberga porque si algo nos enseñará este proceso es que para que sucedan grandes cambios necesitamos reconectar con el silencio y la paz y estos dos atributos sólo pueden sentirse cuando te buscas y te reconcilias con todo lo que vives; para que de esa manera, logres aceptar sin miedo y con amor los mensajes que el universo te muestra y de esa manera, logres moverte de los lugares en lo que te sentías cómod@ e intocable. 

Estás contigo, Shary ChavLó