Siempre me he preguntado por qué vivimos situaciones o nos topamos con ciertas personas en nuestra vida, lo más curioso, es que todas esas personas o situaciones se parecen o se repiten.

Todos los seres humanos vivimos de manera consciente, sabemos cuando despertar porque tenemos una alarma que nos avisa que es momento de levantarnos, comemos porque nuestro sistema nos indica que es momento de comer, vamos al trabajo porque necesitamos ganarnos el pan de cada día y regresamos a casa después de una rutina ardua y por fin nos vamos a descansar… pero hay algo que se mantiene vivo y escondido, y sin que estemos atentos opera gran parte de nuestra vida, es algo que se llama inconsciente.

El inconsciente es involuntario a nuestro estado consciente, porque el inconsciente contiene toda la información de nuestro historial de vida y por supuesto de nuestra historia familiar.

Te he comentado en varios escritos que nosotros somos seres sociales y vinimos a este mundo a integrarnos a un sistema al que pretendemos serle fiel para no sentirnos excluidos ni mucho menos, solos.

¿Recuerdas cuando te platiqué del árbol genealógico? Te dije que todo en esta vida es una causalidad de hechos, porque no puede existir la casualidad sin una causa y efecto, y nuestro inconsciente es la causa de esos encuentros que generan un efecto en nuestra realidad.

No elegimos a los otros al azar nos encontramos
con aquellos que ya existen en nuestro inconsciente.

Sigmund Freud.

Hay que comprender que el inconsciente guarda esa información para protegernos y a su vez, nos atrae situaciones orilladas por él para que seamos lo suficientemente valientes de reconocerlas, aceptarlas y de esa manera transformarlas.

El inconsciente repite porque su inocencia es tan grande que él no determina si los años han pasado, si somos adultos o estamos viejos, si somos mujer u hombre, él no juzga, sólo repite lo que aprendió y de esa manera ciega y honesta lo busca.

Ten presente que nosotros somos parte de una conciencia universal, una conciencia que todo lo crea y lo transforma, una conciencia abundante e ilimitada, sin embargo, como seres humanos vivimos en una separación absoluta de todo y creemos que la soledad es parte de una mala suerte, que la carencia es por destino, que el desamor es porque no somos agraciados, y no, eso es parte de un programa inconsciente que tú te has creado porque proviene de la proyección de tu mente y de una fórmula que le ha funcionado al mundo para que se escriba la historia.

De ahora en adelante seamos lo suficientemente responsables de hacernos cargo de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones y en lugar de hacernos pequeños como las buenas víctimas que somos echándole la culpa al ingrato destino, mejor preguntémonos lo siguiente: ¿Qué estoy haciendo yo para atraer esa situación?, ¿Cómo estoy reaccionando ante lo que los demás me dicen o hacen?, ¿Qué estoy atrayendo o creyendo para que todas mis parejas sean iguales?, ¿Por qué he decidido elegir este tipo de situaciones una y otra vez?, ¿Cuáles son mis proyecciones que siento que los demás no me quieren? Antes de responderte por favor evita culpar a lo de afuera porque ahí no está la respuesta, lo de afuera es sólo la manifestación de tu estado interior, un lugar que has dejado en el olvido por que no te has dado el permiso de mirarlo.

Recuerda que el inconsciente es muy hábil y jamás hará que te des cuenta de forma consciente por qué vives lo que vives. Tú como buen aprendiz de vida sólo sabes defenderte apuntando al exterior pero créeme que en todas esas historias y experiencias tú has sido el protagonista y el antagonista, lo mejor de todo esto, es que el desenlace corre por cuenta tuya.

Como siempre digo, sólo vuélvete tu propio observador y observa todos esos programas que operan por ti de manera hipnótica; al encontrarlos, no los juzgues sólo te han defendido para que vivas seguro el tiempo que estés aquí, lo único que necesitas es mirarlos con compasión y entender que sólo fueron programas que ya no te pertenecen, y que hoy, te toca trascenderlos a ti.

Mi respeto para ti,
Shary ChavLó.

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