Recuerdo que cunado era niña leía títulos de libros o revistas que decían: “prepárate para ser feliz” o “alcanza la felicidad siguiendo estos pasos” eso me programó para entender que la felicidad era algo que posiblemente dedicaría toda mi vida a encontrar.

Cuando cumplí 17 años, tenía que tomar una decisión muy importante, elegir una carrera a la cual dedicaría mi vida; pensaba que tenía que ser algo que me diera dinero, hiciera feliz y me gustara; pero hasta donde recuerdo, ninguna carrera tenía materias como: “prepárate para la vida”, “cómo seguir tus sueños aunque no creas en ti”, “cómo ser feliz cuando estás desempleada”, “cómo crear un futuro en consciencia”. Mi padre siempre me decía; “estudia lo que quieras siempre y cuando seas feliz”, por supuesto, los recuerdos que guardé de niña en relación a la felicidad me bombardeaban porque no sólo necesitaba escoger una carrera sino estar lista para ser feliz, algo que era una gran responsabilidad a tan corta edad porque para empezar ¿qué me hacía feliz?

Decidí estudiar la carrera de Ciencias de la Comunicación porque tenía la idea de que eso me acercaría a los medios de comunicación porque según yo, la televisión, radio, prensa, cine etc., nos unían a la verdad de ser feliz; porque verse bien, ser popular, admirada, joven y linda, es lo que necesitaba el colectivo para estar en armonía y eso condicionó mi mente y por supuesto la visión de mi vida.

Ten presente que hemos sido construidos para ser productores pero no creadores, esto significa que nos han mentalizado a seguir modelos de adaptación social en donde visualizamos la felicidad como una meta a la que se llega y no como una consecuencia que se crea en el presente.

“La felicidad no es algo ya hecho. Viene de tus propias acciones”.

Dalai Lama.

Hace tiempo te hablé de la felicidad y te comenté que para ser felices hay que atreverse a serlo, en ese atrevimiento quizá nos encontraremos que la felicidad de otros está lejos de la nuestra y esa consciencia representa elegir un camino distinto a aquellos con quienes ya no compartimos momentos de alegría; esa toma de consciencia nos hace comprender que estar con aquellos, ha dejado de ser la mejor opción; sin embargo, ahí es cuando conectamos con nuestros inculcados valores de control y sacrificio y optamos por posponer la auto-felicidad con tal de hacer felices a esas compañías que ya no suman a nuestra vida.

Quiero decirte que la decisión de ser feliz está directamente relacionada a tu paz interior; vivir con paz interna significa que has logrado hacer las paces con tus pensamientos, emociones y acciones para que de esa manera actúes de acuerdo a lo que tú necesitas, eso se le llama consciencia integral.

Nuestros ancestros crearon memorias de infelicidad porque en su mente estaba producir una vida que requería tragedia y sufrimiento; por una parte, las mujeres llevaban la consciencia de tener multitudes de hij@s y en esa creencia, tenían abortos espontáneos o nacían hij@s sin vida; en esa desvalorización hacia sí mismas se impidieron conectar con el duelo que representaba una pérdida,  eso reprimió en ellas la comprensión de la experiencia; por supuesto, ese hecho pudo haberles generado un cáncer de mama cuyo conflicto emocional se basa en la pérdida de un ser querido, porque lo que su boca calló, su cuerpo lo manifestó y adicional, te lo heredó.  

Por otro lado,  los hombres tenían que trabajar para llevar alimento a casa si es que decidían regresar, pero a ninguno de ellos se les preguntó ¿qué profesión los hacía felices?, ¿estaban haciendo lo que realmente querían? Porque en la consciencia ancestral masculina, las emociones fueron mutiladas de su sistema para instalar en ellos la búsqueda de sobrevivencia; eso pudo haberles generado enfermedades del corazón como consecuencia de que nunca siguieron lo que realmente querían y quizá tú por lealtad, tampoco te permites hacer lo que te conecta a ti.

Lo que padeció tu árbol genealógico no necesariamente tiene que ser repetido por ti; las enfermedades que existieron en tus ancestros deben de quedarse con ellos porque repetir su historia es limitar la tuya y por ende, condenarte a ti mism@ a seguir la memoria de infelicidad y desvalorización que tu linaje creó; esto no significa que lo hicieron mal, lo hicieron de acuerdo a la consciencia que tenían en ese momento y que para ellos fue funcional, porque en su mente sólo podían identificar la vida a través de una enfermedad que los llevó hasta la muerte.

Cada día hay más personas en el mundo que están insatisfechas con su trabajo, con su pareja y con la vida que han elegido materializar, esto como resultado de una sociedad que nos preparó para vivir al servicio de nuestro ego quien nos dice con miedo que si cambiamos a lo inesperado nada será igual, habrá soledad y el dinero se acabará.

Una de las cosas más preocupantes de la infelicidad es que se ha convertido en la semilla de cualquier enfermedad que buscará materializarse en nuestro cuerpo porque todo síntoma está sustentado en la desvalorización de lo que siempre hemos querido ser ante lo que nos imponen convertirnos; recuerda que nos han programado a que la felicidad se busca afuera y eso ha condicionado nuestra conducta al grado de perder todo voto de voluntad y libertad.

Si en verdad buscas conectar con tu felicidad, primero comprende ¿cuál es? Porque si pretendes encontrarla fuera de ti, vivirás una vida de espera y cuando hagas un recuento de lo que has vivido, te darás cuenta que sacrificarte a ti mism@ no valió la pena porque más allá de haberte dado, te quitaste paz, estabilidad, armonía y amor; ten en mente que ningún camino de infelicidad, te llevará a un destino que tenga paz.

Hazte el favor de ser feliz, arréglate para ti y no para los demás, aliméntate con comida que afirme tu salud, proponte conectar contigo antes que con otros, acéptate y ámate por lo que eres, crea tu vida a partir de esos sueños que siempre quisiste darte,  porque si no lo haces, llegarás a los 70 años pensando con voz de “hubiera” y culparás a la edad por los síntomas que has generado en tu cuerpo, cuando en realidad la decisión de llevarte hasta ahí, estuvo sustentada en la semilla de infelicidad que regaste todos los días y te sentaste a verla crecer.

Mereces ser feliz, Shary ChavLó