Te he platicado mucho del ego y de las máscaras que utiliza para atormentarnos: miedo, ansiedad, incertidumbre, culpa, enojo, rencor, indiferencia y todo lo justifica a través del juicio.

El juicio es el padre de las etiquetas que el ego interpone para calificar las experiencias que son parte de la vida del ser humano; como te he dicho en varios escritos, se necesita de un ego para venir al mundo, porque venimos a experimentar las emociones, la relaciones, las sensaciones, la vida, etc.

Medítalo de esta manera, necesitamos de un juicio para determinar qué nos gusta y qué no, qué está bien y qué está mal, qué es correcto y qué no lo es, qué nos hace felices y qué merma nuestra felicidad.

Lo complicado empieza cuando el juicio se va en contra del otro y por supuesto de nosotros mismos. Siempre he creído que nosotros somos nuestros peores enemigos y más crueles verdugos, y en la medida en que nos juzguemos por supuesto juzgaremos a los demás.

Todo lo que enjuicias de otros seres, es sólo una
proyección de lo que no has resuelto de ti mismo.

Buda

Yo divido al juicio en dos polos: El juicio sabio que nos asiste en calificar las circunstancias placenteras y nos encamina a lo que verdaderamente deseamos con la previa identificación de aquello que nos causa dicha.

El juicio dañino que nos deja en una jaula mental que sólo nos permite ver lo conveniente y no lo real; utiliza etiquetas bañadas de odio y desprecio creando una imagen hiriente y calificativa en otros, que suele ser el resultado de lo que no vemos en nosotros y por supuesto no aceptamos.

Existe una línea muy delgada entre ambos juicios, la forma en que puedes diferenciar uno del otro es que el juicio sabio sólo ve a la experiencia como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje para que no suceda nuevamente y deja a los demás afuera de la historia. El juicio dañino, etiqueta en conjunto y de forma limitante porque ve a los otros como los enemigos y comienza a identificarlos como malos, tóxicos, verdugos, envidiosos poniendo a cada etiqueta una cómoda explicación auto-benéfica que nos hace creer que todos están en nuestra contra y como defensa adquirimos el rol de las víctimas incomprendidas.

Cuando te platiqué del universo, Dios, energía, amor, luz, etc. Comenté que para él, no existe el juicio porque todo es neutro, y por lo mismo, con el amor infinito que tiene hacia ti jamás calificará lo que hagas, digas o acciones, de malo o bueno, ten presente que él sólo ve en ti los mensajes que le envías, por lo mismo, el universo no lleva una libreta apuntando los nombres de quienes encarcelas en tus juicios finales, porque él está tan enfocado en ti que literalmente entiende que todo lo que dices, sientes y accionas hacia otros sólo es lo que deseas y ves en ti y de esa forma te regalará los hechos que construyen la vida que llevas.

Comprende que tú no fuiste el responsable de los programas juiciosos que te enseñaron pero hoy sí está en tu manos cambiarlo, sólo te pido que te vuelvas presente y comiences a escuchar sin juicio todo lo que llegue a tu mente y de esa manera lo bendigas y lo dejes ir; quédate presente al escuchar a los demás hablando de otros y observa la imagen dañina que muchas veces necesitan ver, y sin juicio, comprende que lo que ven en otros representa su verdad interior; al fin, cada quien tiene sus heridas y las defiende cómo sabe y por supuesto cómo puede.

Yo siempre digo, seamos capaces de ver más allá de las cosas porque de esa forma eliminaremos el juicio doloso y comenzaremos a ver lo positivo en todo. Hoy, el mundo está viviendo una transición muy dura, y tanto tú como yo, somos partícipes de esas semillas que plantamos para ese cambio transitorio; la inteligencia está en entender si elegimos sembrar con juicio o con sabiduría.

Voy de tu mano,
Shary ChavLó.